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Mi nombre es Susana, uno de los miles de técnicos auxiliares en enfermería que existen en España, en la actualidad me encuentro trabajando en la residencia de mayores ‘Los Gavilanes’ de Ajofrín en la provincia de Toledo. Mi experiencia lleva trayectoria de 25 años en este sector, prácticamente toda la vida dedicada a ello, para mí, una manera maravillosa de dedicar mi vida laboral.

En varias ocasiones las personas me han preguntado el porqué de la aventura en esta profesión, la verdad, puede que sea vocacional o que mi madre me enseñó lo que significa cuidar y ayudar a tus seres amados y los que lo necesitan.

Por ello, trabajar en la residencia de ancianos ‘Los Gavilanes’ me ha servido para agradecer especialmente a mi abuelo, con el tuve la experiencia de lo que es sufrir una enfermedad larga y yo, no sabía como podría ayudarle, ese fue el primer motivo por el que me quise dedicar a este sector para aportar mi granito de arena a mejorar la calidad de vida de las personas mayores.

Una visión de la sociedad que, especialmente me duele es que se consideren personas que como están al final de vida y no vale la pena los esfuerzos que se hagan. Es un asunto simple y complejo, es mucho más que dar unos cuidados básicos, es mucho más. Os contaré algunas perspectivas que, gracias a mi experiencia, tengo la suerte de poder compartir.

La vida consta de etapas y por ley natural casi todos tenemos que pasar por ellas, y mi pregunta es; ¿cómo te gustaría pasar la última etapa de tu vida? ¿cómo te ves siendo mayor? Parece simple; ¿no? ¿tú crees?

Multitud de experiencias vividas en nuestra residencia de mayores

En mi profesión como auxiliar de la residencia de mayores ‘Los Gavilanes’ de Ajofrín, vivimos muchas experiencias en el cuidado al mayor: alegres, tiernas, duras y hasta dramáticas, pero no lo cambiaría por nada.

No es un trabajo triste o desolador, todo lo contrario, si sabes valorar las cosas esenciales de la vida, te encontrarás con muchas de ellas: disfrutar con sus actividades, hacerles pensar y que ellos te hagan pensar a ti, aprender cosas nuevas, que recuerden cosas que creían olvidadas, la ilusión de salir a dar un simple paseo o hacer una excursión, cuando les gastas bromas y ves como sonríen. Cuando te pasarías horas escuchando sus anécdotas y ver ese brillo en sus ojos al recordar tiempos pasados con nostalgia y alegría.

Otro de los hechos que más me conmueven del cuidado al mayor son los obstáculos que superan, los miedos con los que viven y las ganas que le echan, por ello, los años que tienen yo los siento como pura sabiduría, que me hace sentir tan orgullosa de ellos.

En estos trabajos, que tratabas a flor de piel con las emociones, hay algunas más duras, como verlos tristes, pero como todo, aprendes a crear herramientas para combatirlas, haciendo lo que haga falta para cambiar la tristeza por una sonrisa o, cuando no puedes hacer nada para mejorar, simplemente acompañar.

Hacerles sentir el calor de su propio hogar

Creo que no hay nada más bonito que alguien haga de un lugar, su propia casa, todos sabemos que el hogar lo forman las personas que lo componen y en mi caso, es así, hacer sentir el calor de un hogar o convertirse en su familia, y ellos, también en la tuya, escuchar las preocupaciones, abrazar para sostener y guiar cuando no encuentran la salida.

Para mí, lo realmente duro de este trabajo son las despedidas, todos sabemos que forma parte de vivir, el hecho de morir, y más si trabajas con personas al final de la vida pero, nunca te acostumbras realmente, por veces que lo hayas vivido, sientes que pierdes a alguien de tu familiar y parte de tu vida, sin duda, las despedidas son la parte más dura pero de la que aprendemos todos los días ya que, lo duro no es morir, sino no haber vivido.

 

Susana Caño Santiago
Técnico Auxiliar de Enfermería de la Residencia Los Gavilanes de Ajofrín.